martes, 8 de diciembre de 2009

Cero uno

Dado el amarillismo, el cerebro segrega sustancias nocivas y viciosas que día a día perturban el libre curso de la energía inmaterial transmitida por las neuronas, la cual es energía espiritual. En el flujo eléctrico que se transmite a través del soporte biológico se esconde Dios y las leyes que lo rigen. Por ello, se debe distinguir entre las condiciones actuales del cerebro y la envoltura gaseosa del pensamiento divino. En algunos casos existe una transmisión de lo superior a lo inferior. Alcanzamos por ello un nivel de comprensión gnoseológica con el que logramos descifrar de donde provienen las conclusiones parcializadas de los demás. Sin embargo se trata de una ilusión producida por una ligerísima modificación en los niveles de serotonina y no dura sino pocos segundos. Entonces, un neurotransmisor envía al ego por un tobogán lo que lo lleva a chocar contra una pared etérea y organizada por una serie de proteínas sin autorización, probablemente ilegales.

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