Sobre el verdadero espíritu de la contracultura en tiempos globales

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Amigos,
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En el arte de estos tiempos cuando habíamos llegado ya a un callejón sin salida de forma imprevista surgen aires de cambio. En Apuntes Críticos poco a poco nos hemos estado preparando ya que lo que se está viniendo para el arte de este nuevo siglo es sencillamente avasallador. En los talleres situados en los cuatro rincones del globo, lo que se está fraguando va en contra de toda pauta establecida por las teorías de finales del último siglo.

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Este espíritu de renovación artística que se presiente en el ambiente global es digno de la invención creadora del hombre que cambia siempre los paradigmas hasta entonces concebidos. Tras bambalinas lo que dejan ver las nuevas prácticas contemporáneas es que tal vez existe hoy la acción de un renovado espíritu contracultural.

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No es insensato pensarlo así, porque lo cierto es que el verdadero espíritu de la contracultura es el impulso de renovación y es a la vez la invención creadora del hombre que revierte, invierte o produce cambios inesperados e inauditos en la historia humana y contra todas las predicciones.

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En momentos cruciales de la historia – como por el que pasamos – el verdadero espíritu de la contracultura es por ello el de producir puntos de vista insospechados y en principio insólitos pero finalmente acordes con las búsquedas materiales y espirituales que se encuentran latentes en la sociedad.

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Debemos recordar así que el verdadero espíritu de la contracultura se expresa desde las alturas en las figuras de Siddhartha Gautama y de Jesucristo, en la tierra el espíritu contracultural es el de Martín Lutero y el de Erasmo de Rotterdam.
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Desde la oscuridad, el espíritu de la contracultura es el de Dante Alighieri, el de Edgar Allan Poe, el de Franz Kafka. En la pasión el espíritu de la contracultura es el de Vincent Van Gogh, el de Jimi Hendrix y es también el de Kurt Cobain. En los actos transformadores, el espíritu contracultural es el de Martin Luther King, es el de Mahatma Gandhi e incluso es el de Timothy Leary. En la imaginación es el de Hieronymus Bosch, el de Paracelso, el de Julio Verne, el de Philip K. Dick. La contracultura es secreta pero sus alcances se hacen públicos y transforman radicalmente las sociedades. Por ello el espíritu de la contracultura es también el de Copérnico, el de Johannes Kepler y el de Galileo Galilei. A la contracultura la representa bien el Quijote y Cyrano de Bergerac.
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El espíritu de la contracultura es el de asumir el riesgo de la gran aventura, por ello el verdadero espíritu contracultural es el mismo de Marco Polo y el de Cristóbal Colón. El espíritu de la contracultura es también el de lograr plegar los monopolios a través de la creación inesperada. Es así el espíritu de los aventureros que han atravesado la tierra en búsqueda de mejores destinos.

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La contracultura no es la alineación, ni la confabulación de guetos dedicados a la creación de nimiedades sin interés para la sociedad, la contracultura tampoco es el esnobismo artístico de un arte crítico y kool.

El verdadero espíritu de la contracultura no es el de la denuncia o el del deseo de criticar sin producir nuevos valores útiles para el desarrollo de las sociedades. El verdadero espíritu de la contracultura es ante todo el del emprendedor que desafía las convenciones organizando inteligentemente los recursos que tiene a su alcance para producir cambios.

En el arte actual, el espíritu de la contracultura se manifiesta más allá de las transgresiones que en el fondo son en realidad prejuicios o maneras de ocultar vicios. En nuestra disciplina, la contracultura es precisamente ir más allá de las ideas de un medio artístico viciado por la corrupción y la manipulación de un arte de bienales mundiales mentirosas y falsas.

En resumidas cuentas el gran carácter contracultural es el del inconformismo frente al presente atravesado por la mente creativa que busca iluminarse para iluminar nuevos caminos. El espíritu de la contracultura es el de la aventura hacia lo nuevo, es el reto por medirnos y superar lo que nos ha precedido y en el arte esto se llama: un gran destino.

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