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Obra robada, 'Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer'

Esta semana lastimosamente robaron en Bogotá un grabado de Goya, propiedad de un museo español, de una serie sobre la guerra, serie que estaba prestada temporalmente para la admiración de los colombianos. Este hurto corresponde a un acontecimiento normal en Colombia. Sin embargo, este hecho resulta particular porque se ha ligado a la perversidad de personas que, al parecer, son del medio artístico bogotano.
Los medios de comunicación han seguido esta secuencia hilarante de acontecimientos : primero los ladrones extraen del museo la pieza en horas diurnas. Luego aparecen las declaraciones suplicantes y nerviosas de la directora del establecimiento :
"El mensaje es: por favor devuélvalo, esto es una pena muy grande para Bogotá". (1)
Posteriormente, el periódico El Tiempo, indica que fue dejada una carta firmada por un grupo autodenominado Comando arte-libre 11 S, quien se atribuye el hecho y en la misiva adjuntan dos fotografías que pasan de inmediato a ser analizadas por las autoridades. (2)
El periódico no muestra las fotos, pero las describe así: “En una de ellas aparece el alcalde de Bogotá, Samuel Moreno, apreciando la exposición y a través de un montaje una de las obras fue removida y reemplazada por excremento.”
Buscamos más información sobre los hechos y vamos al portal donde escriben diversos artistas y críticos del arte colombianos, Esfera Pública. Allí encontramos que los maleantes han enviado un mensaje, dejando un comentario donde podemos contemplar al alcalde en las fotos alteradas. (3)
Elucubraciones y Finales posibles
Primer final posible:
Puede tratarse de un artista autóctono o colectivo de arte contemporáneo (algun farsante tipo Habacuc) que en complicidad con la directora del museo bogotano, saldrá en estos días diciendo que no hay porqué preocuparse, que todo ha sido una obra artística contemporánea colombiana, para “hacer reflexionar” sobre las políticas y el arte o sobre cualquier otra cosa. Es decir hablamos aquí de una de estas “obras” radicales de alta contemporaneidad y alcurnia bogotana, estas acciones plásticas que constituyen el patrimonio de la inteligencia artística postmodernista y culturalista del país, el mismo tipo de obras de los artistas que se pavonean en bienales y salones nacionales.En este caso, no hay porqué preocuparnos: se trataría simplemente de una de estas prácticas contemporáneas patrocinadas desde las academias postmarxistas y gramchinianas bogotanas, que producen todo este arte político, carente de todo interes moral o ético, perfectamente radical, antisocial y marginal. Un arte seguramente realizado por el tipo de artistas que viven o sueñan vivir en barrios como la Macarena o la Candelaria en Bogotá, ayer lugares ilustres, hoy espacios del hampa.
Segundo final posible:
El grabado no aparecerá nunca y todo pasará al olvido, como de costumbre Colombia quedará mal ante el mundo al seguir esgrimiendo las banderas de un pueblo violento y ahora de artistas ladrones.
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