1- Continuidad en las prácticas
Comenzando ya el Salón Nacional de Artistas de Colombia de este año, según el periódico El Tiempo, la policía acaba de confundir con basura una obra conformada por ropa sucia colgada de un puente y ha decidido retirarla. (1)
Apreciados agentes del orden, se los dice un estudioso de las artes: no se dejen confundir, están en lo correcto, se trata de basura. Lo que ven es lo que piensan que es: ropa vieja haciendo estorbo. Además, resulta ser una idea muy poco original porque en 1978 en un salón regional de arte colombiano el grupo de izquierda El Sindicato ganó el primer premio con un esperpento similar, realizado con zapatos viejos y apilados que, desde entonces, han estado listos para ser tirados también a la basura. (ver fotos arriba).
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Síntesis: Nos mantenemos en el perfecto inmovilismo, no ha pasado nada de 1978 a 2008 en el arte colombiano. No es nuevo porque en Colombia las producciones artisticas que tienen algun renombre internacional son nulas desde hace tres decadas.
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2- Cita a ciegas
Dice la presentación virtual del evento:
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“Gran parte de los proyectos de los artistas invitados han sido realizados, especialmente, para el Salón Nacional. Consisten en instalaciones, fotografías, dibujos, videos, filmes y performances que debaten los interrogantes de los núcleos conceptuales desde miradas personales, siempre diferentes.” (2)
La primera cuestión es que este Salón es un evento donde, segun esto, las obras de los artistas son realizadas por encargo, de acuerdo a las instrucciones que les dan en relación a los temas de la muestra. Resulta que es el único negocio donde el cliente que hace el encargo acepta que le vendan basura.
Pregunta: ¿Coincidencia o falta de atención que en el anterior fragmento los redactores hayan olvidado incluir a la pintura entre todos los medios nombrados?
Respuesta: Ninguna de las dos. De lo que se trata aquí es de una muestra más de simple y llana discriminación frente al medio pictórico en las artes del país. Ni siquiera en la Bienal de Venecia de 2007, a la que asistimos personalmente, se discriminaba a la pintura de esa forma.
Alto al fuego: en algún rincón aparecerán en este salón nacional de manera minoritaria y discreta algunos cuadros de algun artista joven, obras de pésima calidad que demostrarán, una vez más, que la pintura ha muerto en las nuevas generaciones. Claro está, la mejor manera de producir la discriminación y al mismo tiempo disimularla es presentando el objeto del racismo afeándolo, exhibiéndolo marchito y manoseado. De esa forma se logra invisibilidad el factor que perturbaría el libre curso de las mafias filosóficas, de las hegemonías y del arte oficial actual con sus múltiples ropajes.
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Sigamos.
3-Dos ladrillos:
“Las obras de arte, en nuestra época, no existen” (3)
“El gusto, popularmente hablando, parece distintivo de la capacidad innata de una persona para distinguir las características de las diferentes cosas que la rodean, pero analizado desde un punto de vista más preciso tiende a revelarse como una construcción cultural del grupo social en que esa persona se desenvuelve.” (4)
Estas ideas relativistas y reduccionistas son del señor Jaime Cerón, personaje que maneja los hilos de gran parte de la burocracia de la plástica nacional. Increíble que un profesor de arte crea en este tipo de quimeras teóricas que, de otra parte, son muy útiles para ampliar la confusión actual sobre lo que son las artes plásticas.
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Como ya lo hemos dicho, esta confusión resulta muchas veces pertinente para aquellos que controlan con tranquilidad los dineros del estado. Detrás del Salón Nacional de Artistas se encuentran siempre personalidades como esta, que han combatido por todos los medios la sobrevivencia de la pintura y su presentación en el arte oficial del país. Es evidente que si se presentara pintura de calidad en el salón todos las pequeñas teorias en los que se escudan este tipo de personas se caerían como un castillo de naipes.
4- Resumen
En Colombia hay artistas más decentes, honrados, cultos y trabajadores que los que se atribuyen la idea de encarnar el arte contemporáneo nacional. Muchos artistas desde lo oculto, detrás de toda este gran engaño, están en sus talleres, muchas veces invisibles y mudos, trabajando y como siempre observando de soslayo las curadurías en las que estos figurones acaban con el presupuesto de los colombianos proclamando sus menudencias.
¿Por qué los primeros callan y se dejan eclipsar de esa manera si ellos son infinitamente más respetables y dignos de ser escuchados que aquéllos? No sólo porque algunos están ya humillados o fuera del juego político, sino porque temen ser víctimas de las diatribas y descalificaciones absurdas de estos mediocres, y también, aunque parezca mentira, porque han terminado doblegados por los abusos de poder de los que detrás de las instituciones se amparan del capital y hacen la fiesta a puerta cerrada.
La dirección.
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(4) Periodico "Arteria", publicación esporádica sobre arte Colombiano, Bogotá, 2008.
2 comentarios:
Recuerdo que hace un par de años, en la facultad de Granada se hizo algo bastante bastante similar a esto de la ropa y los zapatos. De hecho creo recordar que era ropa cosida entre sí.
Son propuestas taaaaaan repetidas.
Cómo pueden siquiera insinuar que la pintura está muerta? La pintura tiene posibilidades infinitas, los trapos, visto uno, vistos todos.
Por eso pienso que a toda esta mezcolanza dadaista, conceptual, minimal, povera, neodada, etc... le sobran 40 años.
Me pregunto si las curadurías de arte no son un buen termómetro para estudiar la estructura psicológica de una sociedad que parece repetir, en su interior, formas antiguas de colonización cultural.
No creo que sea productivo llegar desde una metrópoli a provincia buscando mostrar artistas internacionales (cuyo estrellato siempre está en duda) y además con la intención de definir quién en esa región se ajusta a los parámetros de lo que se considera como contemporáneo y quién no.
El estudio de la identidad cultural, de ese campo del negociaciones del que habla A. Matute, tal vez deba hacerse teniendo en cuenta cuáles son las posiciones que toman los pensadores en arte en búsqueda del desarrollo de la sociedad.
Que puede haber desarrollo claro que sí.
Hay que ser muy prudente en estos temas, pero no se puede pretender haber saldado cuestiones de identidad cultural sin revisar constantemente una historia que se nos escapa y que nos atraviesa a todos los que nacimos en un mismo territorio cultural.
El afán de contemporaneidad olvida que los que pertenecen a una misma cultura están marcados por imaginarios colectivos profundamente enraizados y muchas veces inconscientes. El análisis profundo de la psicología colectiva de nuestra cultura en relación con la producción artística debería tener en cuenta el carácter receptivo y dócil de la sociedad colombiana frente a lo extranjero desde la colonia hasta nuestros días.
Hace unas décadas había en el arte colombiano un interés por la identidad cultural y nacional. ¿retrocedimos al periodo feudal al desinteresarnos en ello?
La globalización homogeniza y a muchos de las clases favorecidas no les deja ver que sí existe una cultura colombiana. Y sobre ella sería importante revisar por ejemplo los alcances, las repercusiones y las modificaciones culturales implicadas en la enorme cantidad de grupos de rock colombiano que en Bogotá ahora les ha dado por cantar en inglés.
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